La familia quería transformar la vivienda y aprovecharla para disfrutar del verano tranquila y cómodamente.
El proyecto sintetiza las necesidades y vivencias del cliente. Y el resultado: un área cómoda, donde disfrutar en familia de los largos días de verano.
La vivienda original, con diseño y acabados de hace más de treinta años, pedía con urgencia un cambio de aires. Así, se apostó por una paleta de colores pastel en el dormitorio y de colores terrosos para el salón.
Tejidos naturales como el lino para las cortinas de ambas estancias, alfombras de yute, tejido de mimbre en las puertas para algunas de las piezas de mobiliario principales y cojines en algodón.
En el dormitorio, se potencia la pared del cabecero con un papel en beige, de estampados vegetales muy minimalistas. Además, se genera una combinación de láminas decorativas en una de las paredes, inspiradas en el mar, con una chica que toma el sol, una caracola, algas y el color del mar.
Se continuó con tejidos naturales como el lino para las cortinas de ambas estancias, alfombras de yute, mimbre en las puertas de algunas de las piezas de mobiliario principales y cojines en algodón.
Finalmente, agregamos un toque de vegetación con plantas y arreglos florales que nos conectan con el exterior para generar un oasis en esta zona de campo aislada.
El resultado es una acogedora vivienda pensada para ser disfrutada y compartida en familia.